Limpiarse los oídos con hisopos es una práctica tan común como riesgosa. Aunque parezca una parte más de la rutina de higiene, lo cierto es que introducir un hisopo en el canal auditivo puede tener consecuencias serias para tu salud. Lo que muchos consideran limpieza, en realidad puede terminar provocando daño, infecciones o incluso pérdida auditiva.
Especialistas en salud auditiva lo advierten con claridad: los hisopos no son seguros para usar dentro del oído. A pesar de estar al alcance de todos, no fueron diseñados para limpiar el canal auditivo interno, sino exclusivamente la parte externa.

¿Qué tan peligroso es usar hisopos?
La American Academy of Otolaryngology y expertos como la doctora Tonia L. Farmer conocida por difundir información médica confiable coinciden en que introducir objetos pequeños en el oído es un error grave. El uso de hisopos puede empujar el cerumen hacia el fondo, causar bloqueos, dolor, infecciones y hasta la perforación del tímpano.
Estadísticas preocupantes respaldan esta advertencia: más de 260,000 niños en Estados Unidos han necesitado atención médica por lesiones causadas por hisopos, y los adultos tampoco están exentos. Un movimiento brusco o involuntario puede bastar para generar una herida o daño permanente. Niños pequeños y adultos mayores corren mayor riesgo, debido a la sensibilidad de sus canales auditivos.
La cera: un guardián natural
Lejos de ser “sucia”, la cera o cerumen cumple un rol vital. Según el doctor Bruce Stewart, de la Universidad de Arizona, actúa como una barrera protectora contra el polvo, bacterias y cuerpos extraños, como insectos. Además, mantiene la humedad necesaria en el oído y evita que las paredes internas se resequen o irriten.
El cuerpo humano tiene su propio sistema de limpieza. Cada vez que hablás o masticás, el movimiento de la mandíbula ayuda a que la cera se desplace hacia afuera de forma natural. Por eso, salvo en casos de acumulación excesiva o malestar persistente, no es necesario removerla.
¿Qué pasa cuando usás hisopos dentro del oído?
Cuando intentás “limpiar” con un hisopo, el resultado suele ser contraproducente: empujás la cera hacia el fondo y podés generar tapones, infecciones, pérdida temporal de audición, zumbidos, mareos y hasta la necesidad de cirugía. Además, un canal auditivo seco y lesionado se vuelve más vulnerable ante futuras infecciones.
Entre los síntomas que alertan sobre un posible problema están:
- Dolor constante
- Secreciones extrañas
- Pérdida de audición
- Presión intensa
- Fiebre o supuración
En estos casos, nunca te automediques ni intentes limpiar por tu cuenta. Consultar a un otorrinolaringólogo es esencial.
Entonces… ¿cómo se limpian los oídos correctamente?
La regla de oro es simple: no pongas nada dentro del canal auditivo. Limpiá solo la parte externa del oído con una toalla húmeda, sin presión. Si sentís molestias por exceso de cera, un profesional puede recomendarte:
- Gotas especiales para ablandar el cerumen
- Enjuague suave con jeringa de goma (solo bajo supervisión médica)
- Irrigación controlada o extracción con herramientas seguras en consulta médica
Después del baño, basta con secar la zona visible del oído. No hace falta más.
Remedios caseros: ¿mito o peligro?
En redes sociales abundan consejos alternativos como el uso de velas auriculares o dispositivos de succión. Los expertos son tajantes: estos métodos no solo no funcionan, sino que pueden ser extremadamente peligrosos. La doctora Farmer lo resume con una frase tan clara como eficaz:
“No pongas en tu oído nada más pequeño que tu codo”.
Cuidá tu audición para toda la vida
Preservar la salud auditiva es parte esencial del bienestar. Para lograrlo:
- Evitá objetos invasivos como hisopos
- Limitá la exposición prolongada a ruidos fuertes
- Usá audífonos con volumen moderado
- Realizá controles auditivos regulares, especialmente en niños y adultos mayores
La audición no se recupera con facilidad. Adoptar hábitos saludables, consultar a profesionales y dejar atrás prácticas dañinas son pasos clave para proteger uno de nuestros sentidos más valiosos.
Tus oídos se limpian solos. Tu responsabilidad es no interferir.
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