Nuevas evidencias científicas replantean el consumo de alcohol y alertan sobre los grupos con mayor riesgo cardiovascular
Nuevas evidencias científicas replantean el consumo de alcohol y alertan sobre los grupos con mayor riesgo cardiovascular
Categoría

Publicado en la revista Circulation, órgano oficial de la AHA, el documento revisa décadas de estudios científicos incluidos ensayos clínicos, análisis genéticos y tecnologías de monitoreo digital y concluye que incluso cantidades consideradas “bajas” podrían no ser tan seguras como se pensaba. En lugar de beneficios protectores, se identifican riesgos crecientes para la presión arterial, el sistema eléctrico del corazón, y la función cerebral y vascular.

La AHA recalca que la relación entre el alcohol y las enfermedades cardíacas ha sido históricamente ambigua, con estudios contradictorios que han generado confusión en el público y en la comunidad médica. Sin embargo, la evidencia más reciente refuerza la posición de la Organización Mundial de la Salud: no existe un nivel de consumo que sea completamente seguro.

Riesgos cardiovasculares bajo la lupa

Presión arterial: Aunque consumir hasta dos copas diarias no produce cambios importantes en la presión, a partir de la tercera bebida los efectos se intensifican. El patrón es doble: una caída temporal en las primeras horas, seguida de un aumento sostenido. Las mujeres, según el análisis, muestran una mayor sensibilidad a estos cambios.

Enfermedad coronaria: Hasta seis copas semanales no alteran el riesgo significativamente, pero superando ese umbral, el peligro de sufrir infartos comienza a crecer. Además, cualquier beneficio aparente desaparece si hay antecedentes de consumo compulsivo.

Accidente cerebrovascular (ACV): Dos copas al día podrían asociarse con un riesgo levemente menor de ACV isquémico. No obstante, beber tres o más se vincula a un aumento del riesgo para todas las variantes de ACV, incluyendo las más graves como el hemorrágico.

Arritmias cardíacas: La relación entre alcohol y fibrilación auricular es directa: más consumo, más riesgo. Estudios con dispositivos de monitoreo han detectado arritmias tras el consumo de una sola bebida en personas predispuestas.

Insuficiencia cardíaca y muerte súbita: Beber más de 21 copas por semana eleva el riesgo de insuficiencia cardíaca hasta en un 50%. En quienes ya tienen daño estructural cardíaco, incluso cinco copas semanales pueden agravar el cuadro. En cuanto a la muerte súbita, los datos son inconsistentes, pero el consumo excesivo sí muestra una clara asociación con este desenlace.

Miocardiopatía alcohólica: Aunque tradicionalmente se pensaba que este tipo de daño ocurría con ingestas muy altas durante años, estudios recientes detectan efectos negativos desde solo cuatro copas semanales. Las mujeres y personas con ciertos perfiles genéticos serían especialmente vulnerables.

¿Qué es una bebida estándar?

Una “unidad” de alcohol no es igual en todos los países. En Estados Unidos equivale a 14 gramos de etanol, es decir, una lata de cerveza, una copa de vino o una medida de licor. Esta variabilidad complica la comparación entre estudios y dificulta establecer límites universales de consumo.

Factores individuales: quiénes deben tener mayor precaución

El impacto del alcohol sobre la salud cardiovascular no es igual para todos. Mujeres y adultos mayores metabolizan el alcohol de forma distinta, con una absorción más rápida y una eliminación más lenta, lo que potencia los efectos adversos. A su vez, personas jóvenes que consumen en exceso desde etapas tempranas ya muestran signos de daño vascular antes de los 30 años.

Otros factores, como el contexto socioeconómico, los hábitos alimentarios y la forma de consumo (con alimentos o en atracones), también inciden en el grado de daño. En poblaciones vulnerables, el alcohol puede acentuar desigualdades en salud y agravar condiciones médicas ya existentes.

Conclusión: hacia una nueva narrativa sobre el alcohol

Lejos de ofrecer beneficios claros, el alcohol incluso en pequeñas dosis representa un riesgo potencial para la salud del corazón. La AHA sugiere que los profesionales de la salud prioricen estrategias preventivas basadas en evidencia: ejercicio, alimentación saludable, control del peso y evitar tanto el tabaco como el consumo de alcohol.

Este artículo fue publicado originalmente en Infobae y está protegido por derechos de autor. Todos los derechos reservados a Infobae. Puedes consultar el artículo original en su (https://www.infoabe.com).