El papa Francisco, elegido el 13 de marzo de 2013, marcó un cambio profundo en la historia reciente de la Iglesia Católica.

Desde su primer día, mostró un estilo sencillo y cercano. A los pocos días, el 23 de marzo, visitó al papa emérito Benedicto XVI en Castel Gandolfo, en un gesto de humildad y unidad sin precedentes. Ese mismo año, el 8 de julio, viajó a Lampedusa, donde denunció la indiferencia mundial ante el drama de los migrantes.

En 2014, Francisco realizó una canonización histórica al declarar santos a Juan XXIII y Juan Pablo II el mismo día, enviando un mensaje de reconciliación entre diferentes visiones dentro de la Iglesia. También inició con firmeza reformas para combatir los abusos sexuales. En 2015, fue el primer papa en dirigirse al Congreso de Estados Unidos, donde habló sobre justicia social y derechos humanos, y lanzó el Jubileo de la Misericordia, abriendo la primera Puerta Santa en Bangui, África.

El año 2016 estuvo marcado por su encuentro en Cuba con el Patriarca Kiril de la Iglesia Ortodoxa Rusa, el primer acercamiento de este tipo en casi mil años. Más adelante, en 2018, Francisco alcanzó un acuerdo provisional con China sobre el nombramiento de obispos, buscando superar décadas de tensiones.

En 2019, el papa organizó una cumbre mundial sobre abusos en el Vaticano, y sancionó duramente al excardenal McCarrick, dejando claro su compromiso con la tolerancia cero. Durante la pandemia de COVID-19, en 2020, ofreció una histórica bendición “Urbi et Orbi” en una Plaza San Pedro vacía, que se convirtió en un símbolo de esperanza en medio de la crisis mundial.

Finalmente, en 2023, actualizó de forma definitiva las normas para prevenir y sancionar los abusos en la Iglesia, cerrando un capítulo importante de su pontificado. Francisco dejó un legado de apertura, misericordia y valentía ante los grandes desafíos de su tiempo.