La inteligencia artificial revoluciona el diagnóstico del síndrome de fatiga crónica
La inteligencia artificial revoluciona el diagnóstico del síndrome de fatiga crónica
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Un nuevo estudio abre una puerta a la esperanza para quienes viven con el síndrome de fatiga crónica (SFC), una enfermedad enigmática que, por décadas, ha estado envuelta en dudas médicas y sufrimiento silencioso. Publicada en Nature Medicine, la investigación revela que la inteligencia artificial (IA) podría convertirse en una aliada clave para diagnosticar la enfermedad con una precisión del 90%, algo que hasta ahora parecía inalcanzable.

El hallazgo nace de un seguimiento de cuatro años a 153 personas con SFC y 96 individuos sanos. Bajo la dirección de la microbióloga Julia Oh, el equipo analizó cómo el microbioma intestinal —las bacterias que habitan nuestro intestino— interactúa con el sistema inmunitario y el metabolismo. Esas conexiones, hasta ahora invisibles, han permitido identificar patrones biológicos propios de esta condición, también conocida como encefalomielitis miálgica.

“Queremos trazar un mapa detallado de cómo el sistema inmunitario conversa con nuestras bacterias intestinales y los compuestos que ellas generan”, explicó Oh. “Al conectar esos puntos, podemos entender qué provoca la enfermedad y abrir el camino a una medicina realmente precisa, algo que durante mucho tiempo ha sido inalcanzable”.

El SFC, que puede afectar a millones de personas y está asociado a síntomas devastadores como fatiga extrema, trastornos del sueño, mareos y dolor crónico, carece hasta ahora de biomarcadores claros. Esto ha alimentado prejuicios médicos e incluso la percepción de que no es una enfermedad “real”. El nuevo enfoque demuestra lo contrario: hay huellas biológicas concretas que la IA es capaz de identificar y utilizar para un diagnóstico más certero.

El estudio encontró que los cambios en la función de las células inmunitarias pueden predecir la gravedad de la enfermedad, mientras que las alteraciones en el microbioma se relacionan con síntomas digestivos, emocionales y del sueño. Esta integración de datos clínicos, biológicos y tecnológicos no solo permite diagnosticar, sino también pensar en intervenciones: modificaciones en la dieta, el estilo de vida o tratamientos dirigidos que puedan cambiar el curso de la enfermedad.

Los autores también señalan la conexión entre SFC y COVID prolongado, ya que ambos pueden desencadenarse después de una infección. Esto amplía el alcance del descubrimiento y ofrece un nuevo horizonte para quienes enfrentan estas secuelas.

“El SFC es dinámico y complejo, pero no es aleatorio”, concluye Oh. “Estamos viendo patrones biológicos claros. Comprenderlos nos acerca a una medicina de precisión que podría transformar la vida de miles de personas que hoy sienten que su enfermedad es invisible”.

Este artículo fue publicado originalmente en Infobae y está protegido por derechos de autor. Todos los derechos reservados a Infobae. Puedes consultar el artículo original en su (https://www.infoabe.com).