En medio del boom de biopics musicales, Deliver Me From Nowhere irrumpe con una propuesta íntima y poco convencional: en lugar de recorrer los grandes escenarios de Bruce Springsteen, la cinta dirigida por Scott Cooper se sumerge en el proceso creativo detrás de Nebraska (1982), el disco más sombrío y personal del “Jefe”.

Jeremy Allen White, aclamado por su papel en The Bear, encarna con fuerza y melancolía a un Springsteen introspectivo, alejado del ruido de la fama, atrapado entre el éxito y su necesidad urgente de reencontrarse consigo mismo.

Grabado con una simple grabadora en su casa, Nebraska fue el retrato de un alma en crisis, y la película lo refleja con una estética austera, flashbacks en blanco y negro y una narración musical que toca la fibra más humana del artista.

Con un reparto que incluye a Jeremy Strong, Marc Maron y Odessa Young, y la participación activa del propio Springsteen quien llegó a confundir la voz de White con la suya, esta cinta, basada en el libro de Warren Zanes, se perfila como una oda al arte como refugio, a la fragilidad tras el mito y al silencio que a veces grita más que una multitud.

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