En la vida moderna, hacer ejercicio puede parecer una meta difícil de alcanzar. Entre jornadas laborales interminables, responsabilidades familiares y compromisos sociales, el tiempo para cuidar el cuerpo y la mente se reduce al mínimo. Aunque sabemos lo bien que nos hace movernos, muchas veces las buenas intenciones quedan en pausa.
Sin embargo, los expertos en salud y actividad física son claros: estar activo no depende exclusivamente del gimnasio ni de largas sesiones de entrenamiento. Existen formas simples de integrar el movimiento en el día a día y, lo mejor, con beneficios reales para el bienestar.

¿Por qué moverse importa tanto?
La ciencia lo ha demostrado una y otra vez: mover el cuerpo con regularidad transforma la salud. Mejora el estado de ánimo, ayuda a dormir mejor, fortalece huesos y músculos, controla el peso, protege el corazón y reduce el riesgo de enfermedades como la diabetes o algunos tipos de cáncer. Incluso pequeños intervalos de actividad pueden marcar la diferencia.
Las pautas oficiales recomiendan acumular 150 minutos semanales de actividad moderada o 75 de alta intensidad, sumando ejercicios de fuerza un par de veces a la semana. La buena noticia es que estos minutos no tienen que hacerse de una sola vez: se pueden lograr en pequeños bloques a lo largo del día.
6 estrategias para moverte más (sin gimnasio ni rutinas largas)
1. Trabaja de pie y camina mientras trabajas
Si pasas muchas horas frente a la computadora, un escritorio elevado o una plataforma para caminar puede ser tu mejor aliado. Estas herramientas te permiten sumar pasos sin interrumpir tus tareas, favorecen la circulación y reducen la rigidez que provoca pasar demasiado tiempo sentado.
2. Convierte tu tiempo social en movimiento
Quedar con amigos no siempre tiene que ser para comer o sentarse a charlar. Propón caminar juntos, practicar algún deporte o pasear después de cenar. Así fortaleces vínculos y sumas actividad sin darte cuenta.
3. Haz pausas activas cada pocas horas
Programa breves descansos para estirarte, caminar unos minutos o hacer ejercicios simples como planchas, sentadillas o elevaciones de talones. Estos micro-momentos mejoran la postura, la energía y reducen el dolor de espalda y cadera.
4. Encuentra tu momento ideal
Cada persona tiene un momento del día en el que le resulta más fácil moverse: a primera hora, en un receso del trabajo o por la noche. Descubrir cuándo te sientes con más disposición te ayudará a mantener el hábito en el tiempo.
5. Practica los “snacks” de movimiento
Este concepto consiste en acumular actividad en pequeñas dosis a lo largo de la jornada: 30 segundos de plancha, subir y bajar de la silla varias veces, hacer unos puentes o caminar mientras hablas por teléfono. Son esfuerzos breves que suman grandes beneficios si se repiten varias veces.
6. Caminar mientras hablas
Cada llamada telefónica puede ser una oportunidad para moverte. Si no necesitas estar frente a la pantalla, aprovecha ese tiempo para caminar, ya sea en casa, en la oficina o al aire libre. Es una manera fácil y natural de sumar pasos.
Lo pequeño también cuenta
Adoptar estas prácticas no solo ayuda a evitar el sedentarismo: impacta directamente en tu energía diaria, tu postura, tu descanso y tu salud a largo plazo. Lo más importante es que el movimiento se integre en tu estilo de vida, sin presión ni perfección, sino como una inversión en ti mismo.
Movernos más no tiene que ser un sacrificio. Se trata de aprovechar cada oportunidad para poner el cuerpo en acción y darle al bienestar el lugar que merece.
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